Columna de opinión DE Manuel José Villalobos Cid
El Foro Abierto es una serie de encuentros que estamos llevando a cabo dentro del marco del programa FUTURO USACH 2024, con el objetivo de generar un espacio de discusión y reflexión sobre los grandes desafíos que enfrenta la comunidad universitaria. En su sesión titulada “Anticipando el futuro: desafíos claves para el sector público”, se abordó desde una perspectiva crítica cómo la innovación pública puede transformarse en una herramienta clave para afrontar los retos del sector público en los próximos años, explorando estrategias y visiones para imaginar un futuro más eficiente, inclusivo y sostenible.
Esta sesión contó con la participación de Manuel Villalobos, académico del Departamento de Ingeniería Informática de la Usach; Rodrigo Lavanderos, Coordinador de Modernización del Estado en el Ministerio de Hacienda; Mariana Salgado, Diseñadora de ICOS (Integrated Carbon Observation System); y Pablo Reyes, Director y Socio Ejecutivo de Memética (Estudios de Futuro). Quienes estuvieron de panelistas compartieron sus perspectivas en una conversación moderada por Carla Rivera, académica de la Escuela de Periodismo de la Usach.
En la columna de opinión que compartimos a continuación, Manuel José Villalobos Cid reflexiona sobre cómo visualizamos el escenario de innovación en el sector público hacia el año 2050. Este ejercicio de proyección invita a repensar las estructuras actuales, promoviendo un diálogo profundo y constructivo sobre las transformaciones necesarias para alcanzar un modelo más innovador y alineado con las necesidades de una sociedad en constante cambio.
“En el reciente séptimo Encuentro de Innovación Pública 2024 (EIP24) se invitó a reflexionar sobre cómo visualizamos el escenario de innovación en el sector público hacia el año 2050. Este ejercicio resulta especialmente desafiante, considerando los acelerados cambios sociales, científicos y tecnológicos que, en muchos casos, superan nuestra capacidad de anticipación. Basta recordar que, hace 25 años, apenas comenzábamos a integrar internet y los correos electrónicos en las instituciones públicas, iniciábamos las primeras digitalizaciones de registros y enfrentábamos, incluyendo teorías conspirativas, el fenómeno del Y2K. Muchas de las transformaciones que hoy son parte del día a día eran entonces inimaginables.
Aunque es difícil predecir el futuro, sí podemos anticipar que los escenarios por venir se caracterizarán por su dinamismo, con tecnologías que evolucionan cada vez más rápido, con un enfoque sustentable y centrado en las personas, quienes estarán más conscientes de su entorno y necesidades. Sin embargo, surge una interrogante crucial: ¿podrán las instituciones del estado adaptarse con eficiencia a estos constantes cambios?
Actualmente, gran parte de la innovación en el sector público enfrenta serias limitaciones debido a la rigidez de sus estructuras organizacionales. Este problema dificulta tanto las estrategias que emergen desde las altas direcciones (arriba hacia abajo) como aquellas que surgen de los niveles operativos (abajo hacia arriba). Muchas ideas innovadoras se pierden en culturas organizacionales inerciales y procesos burocráticos que frenan el avance. Para superar estas barreras, más allá del recurso económico, es imprescindible fortalecer la motivación de los y las trabajadoras públicas a través de incentivos claros que fomenten la disposición a innovar. Además, es fundamental potenciar el liderazgo dentro de las instituciones, asegurando un entorno favorable para un cambio sostenible, independiente de la visión política de turno.
Un factor clave es la formación de equipos con una orientación clara hacia la innovación, comenzando desde el cuerpo político y extendiéndose a todos los niveles de gestión. Es necesario enfrentar el temor al error, entendiendo que este debe ser visto como una oportunidad de aprendizaje y no como un obstáculo. Las estrategias deben centrarse en integrar iniciativas paralelas, aprovechar aprendizajes tanto del mismo sector público como del privado, bajo un marco normativo y legal más flexible que facilite la transformación. Este enfoque permitirá eliminar las barreras que frenan los avances, transformar los desafíos en oportunidades y empoderar a las personas como agentes clave del cambio.
Según el Instituto para el Desarrollo Gerencial, nuestro país ocupa el puesto 41 en competitividad digital a nivel mundial y el tercero en América, después de Estados Unidos y Canadá. Por otro lado, el 5º Índice de Innovación Pública, publicado en diciembre de este año, destaca los avances de Chile en capacidades para innovar. Estas evaluaciones, cada vez más comunes, resaltan la necesidad de que las autoridades y gestores comprendan que la innovación no se limita a nuevos productos, sino que involucra también procesos, métodos de comunicación, comercialización y prácticas organizacionales que generen valor. De cara al 2050, resulta esencial que las mediciones incorporen indicadores más integrales y que existan incentivos que coloquen a las personas como eje central del desarrollo innovador en el sector público”.
Autor: Manuel José Villalobos Cid*
* El autor aclara que la redacción de esta columna de opinión fue ajustada utilizando ChatGPT 4.0 con un prompt que incluyó “revisar la redacción, manteniendo la coherencia de ideas, el orden cronológico y sin realizar cambios sustanciales en las palabras respecto a su versión original”.