columna de opinión Camilo Obregón, integrante de la Fundación Reduciendo Daño,

Una nueva mirada para enfrentar el auge en el consumo de drogas y los desafíos por delante

Columna de opinión DE Camilo Obregón

El Foro Abierto es una serie de encuentros que estamos llevando a cabo dentro del marco del programa FUTURO Usach 2024, con el objetivo de generar un espacio de discusión y reflexión sobre los grandes desafíos que enfrenta la comunidad universitaria. En su sexta sesión, titulada “Drogas, narcotráfico y reducción de daños”, se abordó desde una perspectiva crítica cómo el consumo de drogas y el narcotráfico atraviesan nuestras vidas de formas sutiles, pero profundas, además de cuestionar prejuicios, desmantelar mitos y explorar estrategias como la reducción de daños para imaginar un futuro más consciente, seguro y humano.

Esta sesión contó con la participación de Georgina Renard, investigadora científica y directora de CIBAP, especializada en neurobiología de conductas adictivas; Miguel Reyes, científico de CIBAP, quien estudia la relación entre la estructura de drogas y su efecto antidepresivo y Camilo Obregón, presidente de Reduciendo Daño, enfocado en mitigar los impactos del consumo de drogas. El panel compartió sus perspectivas en una conversación moderada por Carla Rivera.

En la columna de opinión que compartimos a continuación, Camilo Obregón, integrante de la Fundación Reduciendo Daño, reflexiona sobre el aumento del consumo de drogas en Chile, especialmente entre los jóvenes, y plantea la necesidad de adoptar un enfoque de reducción de daños. Este modelo, respaldado por la ONU y el SENDA, busca minimizar los riesgos asociados al consumo sin criminalizar a las personas usuarias, promoviendo una visión más humana y efectiva frente a los desafíos actuales.

Existe una perspectiva sobre el consumo de drogas que, en lugar de castigar, busca minimizar sus efectos negativos sin necesariamente eliminarlo. Esta se conoce como reducción de daños, y actualmente está respaldada por la ONU como una respuesta efectiva al problema de las drogas. Además, está incluida en el plan de trabajo 2025-2030 del SENDA.

El consumo de drogas en Chile ha aumentado durante los últimos años, según SENDA (2022), con un incremento especialmente marcado entre personas de 19 a 25 años. En este contexto, han surgido tendencias que han transformado la cultura del consumo. Un ejemplo es el auge del “Tusi”, una mezcla cuya composición varía según quien la prepare, lo que representa riesgos elevados debido a su incertidumbre química y al consumo simultáneo de múltiples sustancias.

Frente a esta realidad, la respuesta comunitaria ha sido clave. A nivel mundial, han surgido organizaciones dedicadas a la reducción de daños que trabajan directamente con las comunidades, salvando vidas día a día. En Chile, la Fundación Reduciendo Daño (RD) lleva más de cinco años ofreciendo educación digital, intervenciones en terreno y análisis de drogas en fiestas, previniendo consumos riesgosos.

En 2023, el reporte de análisis en fiestas realizado por la Fundación Reduciendo Daño reveló que 1 de cada 4 drogas analizadas no contenía el compuesto esperado. Paralelamente, el Instituto de Salud Pública (ISP) ha reportado desde 2020 un aumento en la adulteración de sustancias con compuestos que incrementan los riesgos para la salud, evidenciando el peligro al que están expuestas las personas usuarias.

El enfoque comunitario ha generado confianza entre las personas que consumen drogas, reduciendo las barreras que enfrentan quienes buscan ayuda. Esto resulta crucial para la población joven y universitaria, el grupo que más consume drogas recreativas y, por lo tanto, el que está más expuesto a los problemas asociados.

Las estrategias aplicadas en las últimas décadas no han logrado contener el aumento en el consumo ni minimizar los daños asociados. El constante cambio en la composición de las drogas sintéticas, junto con el aumento en su consumo, representa una bomba de tiempo.

Si no se adoptan medidas oportunas, los daños asociados al consumo de drogas, tanto para las personas como para la sociedad, pueden agravarse drásticamente. Para abordar estos desafíos, es necesario replantear el enfoque, adoptando una visión más humana hacia las personas que consumen drogas: brindándoles herramientas para su bienestar, acercando la ayuda y dejando de castigarlas por su decisión.